domingo, 9 de noviembre de 2008

Una voluntaria y sus últimas horas en

El Salvador

Por: Inta Rivas


“Voy a echar demasiado de menos al pueblo
salvadoreño, el calor humano de esta sociedad y a mis amigas y amigos que siento que son de toda la vida”.



Inta Rivas Faure, viajó como voluntaria a El Salvador entre junio y octubre del 2008. Estas son algunas de sus reflexiones. Esta kabezanegra nos cuenta un poco sobre sus vivencias y la situación actual de ese país tras la crisis económica mundial.

Llegó mi último día en San Salvador y no estoy preparada para nada. No puedo ni quiero entender que luego voy a tener que dejar a mis queridas amistades… más encima no he preparado mis maletas, no tengo ropa limpia y no he podido encontrar mi tarjeta Visa. En mis cuatro meses acá en El Salvador casi no he usado la tarjeta, ya que acá no consumo de la misma manera que allá en el mundo rico, desarrollado y ultra moderno. Acá solo llevo el dinero en mi bolsita artesanal que me regalo una amiga y no uso para nada la Visa, ni ninguna de las otras tarjetas que son imprescindibles allá en Suecia.

En El Salvador la mayoría de la gente compra todo en el mercado ya que los supermercados son carísimos, con precios hasta igual de caros o más que en Suecia. Ir al mercado o comprarles a los vendedores de la calle tiene su encanto, ahí encuentras de todo y además hablas con la gente que esta vendiendo o paseando. Las cosas no están tan envueltas como en el supermercado y puedes encontrar cosas alternativas y directamente traídas del productor. En Suecia la venta callejera no existe y los pocos mercados que hay son caros y muy regulados. Con el solo hecho de comprar en el mercado en vez del súper sabes además que no estas contribuyendo con tu dinero a las enormes ganancias de las grandes cadenas. Lamentablemente los vendedores de los mercados no están ganando muy bien. Todo está caro gracias a la crisis y como sus compradores también son pobres no se vende mucho y se gana menos. La economía de El Salvador no tiene una producción propia de que hablar, la agricultura está por el suelo y muy dependiente de la agroquímica y todo el mundo esta metido en lo de vender y revender cosas, más que en una producción de escala mayor.



Realmente me duele el corazón que la economía de este país hermano esta tan jodida gracias a los casi veinte años de saqueo por parte de la derecha arenera (el partido se llama Arena). Gracias a sus políticas derechistas, ultra neo-liberales y sumisas al imperio yanqui. El Salvador tiene una economía ultra-dependiente de las remesas que mandan los salvadoreños viviendo en “Los Estados” y la clase media ya casi no existe. Los pocos ricos del país son híper-ricos y la clase obrera tienen sueldos miserables y hay mucha gente que se encuentra en la extrema pobreza (es decir que viven con menos de un dólar al día). Los ricos se pasean en los gigantescos centros comerciales, siempre se desplazan en sus enormes cityjeeps y viven detrás de rejas gigantescas con propios equipos de guardias las 24 horas. No se diferencian para nada a los demás ricos de nuestro planeta y comparten con ellos el principal placer del interminable consumo de productos de lujo. Los demás deben luchar y trabajar duro para poder comer bien, poder transportarse y tener unas pocas horas de tiempo libre que sobran de las que se roba el trabajo. Todo es caro y hasta a mi me duele el bolsillo y eso que tengo dinero “gringo” es decir, tengo dinero en cantidades adaptadas al mundo occidental que allá es poco, pero que acá es mucho. Además la economía sueca a pesar de ser afectada por la crisis mundial proviniendo de Estados Unidos, no ha sido tan golpeada como los países pobres o como los que están más liados con el imperio, como por ejemplo Gran Bretaña.

Acá en este pequeño país centroamericano la moneda es el dólar, impuesto por la derecha sin la más mínima consulta al pueblo. Todo el mundo me ha comentado como todo quedo más caro el mismo instante que se hizo el cambio del colón al dólar. El dólar es una moneda que ha perdido muchísimo valor en esta crisis (más de lo que se admite públicamente), para no hablar de lo terrible fea que es. Las monedas no tienen cifras y los tamaños son incoherentes (las monedas de 5 centavos son más grandes que las de 10). Pero lo peor son los billetes que huelen mal y siempre están arrugados, sucios y llenos de símbolos de elitismo, como por ejemplo la famosa pirámide con el ojo todo vidente. El dinero “verde” es simplemente un asco sin ni si quiera mencionar todo lo que simboliza.


Pero bueno, lo que más me mantiene preocupada, y que no me deja dormir esta última noche, no tiene nada que ver con billetes ni tarjetas visa, si no con el echo de que voy a echar demasiado de menos al pueblo salvadoreño, el calor humano de esta sociedad y a mis amigas y amigos que siento que son de toda la vida. Lo que tengo por delante es por suerte el reencuentro con mi querida familia y solo el hecho de pensar en ellos me llena de felicidad. Lamentablemente no logro bloquear de mi mente todas las cosas que no me gustan de la sociedad sueca... y que al pensarlo me deja con un gusto amargo en la boca. Me refiero a cosas más generales de la sociedad, y por lo más que tratas de esquivarlas siempre te van afectando en tu vida privada. Por ejemplo la sociedad sueca es una sociedad altamente consumista y casi todos son esclavos bajo la tiranía de la moda. El como debemos decorar nuestras casas, vestirnos y hasta lo que se come, esta establecido por la moda de última hora.

Bueno, me prometo a mi misma una vez más que lo único que voy hacer al volver es disfrutar el tiempo con mi familia y mis amigos. Tratar de vivir mi vida tranquila sin las “malas” influencias de la sociedad que te rodea. Porque todas las sociedades tienen cosas malas y buenas, y el viajar te da la oportunidad de conocer diferentes sociedades, por lo cual puedes rescatar lo mejor de cada sociedad o cultura, mezclar todo eso y hacerte tu propio cóctel. Un cóctel más delicioso y cargado que nunca.