domingo, 15 de febrero de 2009

¿RESPETO Y SOLIDARIDAD?

Observaciones del Foro social mundial en Belém,
Brasil



Por: Annette Nilsson, antropóloga sueca

Voy sentada en la parte de atrás de una bicicleta atravesando el territorio del Foro social mundial. El calor del mediodía es fuerte aquí en Belém, en la “entrada” de la Amazonía, y no hay sombra. El joven que me lleva silba pidiendo a la gente que nos dejen pasar. La mayoría de las personas que veo son brasileros. Veo dos hombres con piel blanca que me parecen académicos europeos debatiendo alguna crisis en el mundo. Pasamos por representantes de los pueblos indígenas de la amazonía, cuyas caras pintadas con diferentes diseños en negro y rojo me fascinan. Me da pena que estas personas muchas veces son invitadas para bailar y ser una decoración – y no para hablar sobre sus luchas contra las empresas de madera. En ambos lados del camino, incluso en la vía misma, se venden pendientes, collares y palomitas. Es el último día del foro y durante el pasaje pienso en tres experiencias vividas.

Yo vine al Foro social mundial (FSM) para trabajar con la composición y la sistematización del los resultados de las más de 2 000 actividades. Son seminarios y talleres que la sociedad civil de todo el mundo organizan sobre temas como la crisis económica, los cambios climáticos, derechos humanos y mucho más. Lamentablemente, la pequeña parte que yo estaba organizando no tenía el apoyo del liderazgo de FSM. Con sus decisiones ellos disminuyeron el proyecto hasta el punto que fue desconocido por los participantes del foro. Personas claves me negaron información y no quisieron hablar sobre el tema de los resultados. Yo me quedo con la frustración y desilusión con el proceso de FSM.

El foro social mundial nos promete que “Otro mundo es posible”. ¿Pero cómo se puede lograr eso si no empezamos con los valores y la estructura del mismo foro? Si no existe respeto y solidaridad aquí, ¿cómo podemos crear estos valores en el mundo?

Me imagino que los participantes del foro son personas en busca de ese otro mundo y que tienen una voluntad de respetar a los demás. Me recuerdo cuando una amiga y yo estábamos en la fila para comprar almuerzo en el foro. Había mucha gente y ya habíamos esperado más de 20 minutos cuando llegamos a la caja. Ella tenía una mirada muy cansada, probablemente por el calor y el estrés. Cuando esperábamos que preparase la comida llegó un chico que intentó pedir algo aunque varias personas estaban esperando en la cola. Nosotros le comentamos a él que tiene que esperar como todo el mundo pero no nos hizo caso. La chica detrás de nosotros le habló sobre tener respeto por los demás, pero al fin el chico se metió antes de ella, y me molestó mucho su comportamiento. Yo me imaginé que la mujer en la caja le iba a atender, pero ella se negó a servirle y él tuvo que esperar en la cola. Entonces pensé que algunas cosas se puede cambiar solo diciendo que no, aunque no es muy común.


Conocí a uno de los fundadores del FSM, Chico Whitaker. Él ha escrito un libro sobre el proceso de FSM y es conocido como el padre de FSM. Chico es una de las personas que les interesa la idea de visualizar y sistematizar los resultados de los seminarios, y unos días antes del foro formamos un pequeño grupo para trabajar con lo que se llamó el Bazaar, el lugar para colocar resultados y intercambiar ideas durante el foro. Me sorprendió que este líder quiso trabajar con una cosa tan especifica, pero tenía la esperanza que me iba a apoyar para realizar el proyecto aunque ya era tarde. Lo que tratamos en este grupo fue como divulgar la información y la logística del Bazaar. Me di cuenta que Chico trató de cambiar detalles en mi trabajo. Cambió “el Bazaar” por “Plaza de las convergencias”. También escribió un texto informativo sin usar el texto que yo había escrito. (Chico repite con una expresión enojada que no le gusta complicar las cosas, y entonces parece que el prefiere tomar las decisiones sin debate - y nadie se opone.) En las reuniones siempre sentí que él me quiso reducir a una persona quien solamente recibe órdenes y no debe expresar ninguna opinión. En la última reunión cuando ya había empezado el foro me estaba instruyendo Chico como hacer varios cambios en un formulario breve que yo había hecho. Algunos cambios significarían traducción en tres idiomas y yo tenía cosas más importantes que hacer. Entonces sentí una rabia por su falta de respeto y le dije que él podía hacer los cambios y mandarlos por e-mail. Él se molestó, dobló la hoja dos veces y la puso con sus papeles. Sentí que con eso gané un poco de respeto. Pero es triste que en el foro se pongan tantos límites en el trabajo en lugar de permitir la creatividad de las personas para poder mover el proceso de FSM hasta este otro mundo posible.

La bicicleta pasa por la carpa de los pueblos indígenas. Allí, ayer estuvo el ministro de justicia de Brasil para dar una charla. Un grupo de indígenas de la amazonía se habían “vendido” para bailar y hablar de sus experiencias. Era una buena ocasión para el ministro lograr tener buena publicidad y no tomar en cuenta la realidad de los pueblos oprimidos. Fuera de la tienda empezaron a gritar tres mujeres indígenas líderes lo siguiente: “la tierra no se vende, la tierra se defiende”. En unos minutos llegaron varios periodistas y fotógrafos. “La tierra es un tesoro, y vale más que el oro” continuaron las mujeres. Gritando estas palabras se acercaron a la tienda donde el ministro estaba por empezar su charla. “La amazonía no se vende, la amazonía se defiende” y una de las personas en la tienda empezó a cantar también hasta que casi todo el mundo estaba repitiendo estas palabras, así que el ministro no pudo hablar. Me impresionaron las voces y el valor de estas tres mujeres que lograron movilizar personas en contra de la política neo-liberal del gobierno brasilero.

Quiero guardar el recuerdo de esta iniciativa de las tres líderes indígenas que no paran de demandar respeto y derechos. Pero tengo dudas si el foro social mundial es un proceso que verdaderamente apoya las luchas para un mundo más justo y solidario.

jueves, 12 de febrero de 2009

Volví al mundo moderno e híper consumista.
“No era por el clasismo, porque tampoco estaba en un negocio súper top, si no que era el fascismo-de-la-moda. Es decir; si vistes mal no eres una persona importante y no vengas a esta tienda si no sabes NADA de la moda”.
Por: Inta Rivas

Cada vez que vuelvo a ser una kabezanegra, es decir cuando vuelvo a casa (Suecia), me asombro por lo ultramoderna que es nuestra sociedad occidental. En todas partes ves los avances tecnológicos que son necesarios para llevar una vida cotidiana. Siempre necesitas una nueva tarjetita electrónica para hacer compras, movilizarse (en el transporte cada-día-menos-público) o para hacer cualquier tipo de trámite, la moda siempre se va modificando y la mayoría de los jóvenes visten a la última moda. Eso de que en Suecia se viste muy bien no es mentira y realmente nunca he entendido la necesidad de comprar revistas de moda, si sólo basta con salir a la calle y ahí tienes una pasarela sin fin de última moda.

Después de haber estado en un país en desarrollo por cuatro meses, lo primero que pienso es: ¡Por qué mejor no ahorran el dinero, no es necesario obsesionarse con el último accesorio de ésta o de la próxima temporada, si hay crisis en el mundo y no sólo la de los bancos… hay pobreza y hambruna¡ Luego me calmo y sin por un momento creer (aunque me gustaría) que esta crisis nos va a llevar al colapso del capitalismo, por lo menos espero que nos demos cuenta de que hay que cambiar estos ideales consumistas y que nuestro planeta ya no puede con tanta explotación. Hoy los científicos dicen que si seguimos saqueando los recursos naturales y contaminando a este ritmo, necesitaríamos un planeta y medio en muy corto plazo. Eso si, necesitaríamos tres planetas si todos consumieran y contaminaran como se hace acá en el mundo occidental… y como alegan algunos, ya no solo moderno si no que postmoderno.

Muy rápido si entro en los mismos hábitos que comparto con todos los demás, voy al centro comercial de mi barrio y… consumo. Es decir compro ropa, cosas para mi departamento y varios regalitos (¡todos están de cumpleaños!). Bueno, este centro comercial que hace solo un año tenia bastante mala fama, por ser un barrio de muchos inmigrantes y por ser feito, hoy tiene de todo, es decir ahí encuentras todas las cadenas grandes con todo tipo de productos.

Como queda cerca de mi casa fui para allá un día con ropa cómoda y sin maquillaje. Me tenía que comprar una chaqueta de invierno y como esas compras que son un poco más grandes de lo habitual, para mí son un poco estresantes, siempre voy sola, con bastante tiempo disponible y me dirijo a las vendedoras con varias preguntas. Lo que pasó este día no fue que me sentí estresada o algo a sí, si no que todas las señoritas de estos negocios de ropa me trataron como… basura. No era por el clasismo, porque tampoco estaba en un negocio súper top, si no que… era el fascismo-de-la-moda. Es decir; si vistes mal no eres una persona importante y no vengas a esta tienda si no sabes NADA de la moda. Recuerdo haber preguntado algo a si como; ¿Esto no pasará de moda mañana, cierto? ¡Ufff... la mirada que me dieron! Salí del centro comercial con una chaqueta muy calentita y a buen precio, pero con un gustito amargo en la boca… conciente de que ahora no solo puedes ser discriminado por ser pobre, pertenecer a una minoría o por ser mujer, ahora además por no vestir a la última moda. Llego a mi casa y pienso: Vale, soy mujer, kabezanegra y sin ningún sentido de la moda… pero por lo menos vivo en una parte del mundo donde siempre se come y se tiene techo… ¡Gracias a Dios por eso! Y luego recuerdo que eso sólo vale siempre y cuando no tengas problemas mentales o de adicción. Gracias a Dios entonces… ¡Por no ser loca! Es tan fácil encontrar la felicidad… si valoras lo que tienes.