Egipto: ¿Una revolución que promete?
Traducción: Alejandra Donoso
¿Hacia dónde van las protestas populares en Egipto? Para poder dar una respuesta a esta pregunta, otras incógnitas deben ser contestadas, por ejemplo: ¿qué tan fuerte es el apoyo a las demandas en Egipto? ¿Cómo son afectados los países cercanos?¿Qué poderes pueden aprovecharse del vacío después de Mubarak? ¿Puede Egipto transformarse en un nuevo Irán?
¿Dónde econtramos respuesta a tales preguntas? Gran parte de la vida implica aprender de las experiencias anteriores. Aquellos entusiastas que proclaman que hay que estudiar mucha historia en la escuela suelen decir que lo pasado nos ayuda a escoger bien en el futuro. Desgraciadamente, la cosa no es tan simple. No se conduce bien mirando en el espejo retrovisor. Aquello que ha ocurrido puede repetirse, pero también puede suceder lo contrario: las malas experiencias pueden hacer que lo contrario ocurra en el futuro. Las condiciones pueden ser tan diversas, que nada de lo ocurrido con anterioridad sirva para hacer una evaluación. Esto se vuelve particularmente obvio si uno intenta juzgar los acontecimientos actuales en Egipto sirviéndose de las experiencias acumuladas a partir de la historia de otros países musulmanes. En este sentido, dos revoluciones anteriores llaman especialmente la atención: la revolución en Egipto de 1952 y la revolución en Irán de 1979. ¿Qué nos pueden enseñar estas revoluciones acerca de lo que ocurre en el Egipto de hoy?
Las revoluciones en Egipto
Egipto es una nación que fue enormemente maltratada por el colonialismo. Esto se debe más que nada a su ubicación y sus recursos naturales. Inglaterra se había apoderado por completo de India el año 1857, pero el riesgo de un levantamiento amenazaba constantemente. El camino más cercano (entre África y Asia) se extiende a través del canal de Suez, que fue abierto el año 1869. Los ingleses y los franceses lo construyeron juntos y mantuvieron a partir de ahí una cierta influencia, pero los ingleses comenzaron a exigir un control total e invadieron Egipto el año 1882. En su afán de querer comprar algodón crudo por un precio menor, fueron deteniendo una serie de proyectos educativos que hubiesen podido ayudar a Egipto a formar su propia industria algodonera. La educación popular resultó afectada, minándose con ello las bases de lo que pudo haber sido una clase media y desapareciendo, de esta forma, el cimiento de una democracia.
La Resistencia contra la invasión creció. Luego de la Segunda Guerra Mundial Egipto llegó a adquirir un poco más de libertad; sin embargo, el palacio real seguía estando bajo dominio inglés. El descontento llevó finalmente a la revolución el año 1952. Después de un tiempo, el general Nasser se convirtió en el máximo líder. A partir de estos hechos, los militares pasaron a ser considerados como los libertadores de la patria, por lo que desde entonces disfrutan de una aprobación popular. ¿Qué significó la religión para la revolución? Prácticamente nada. Egipto cuenta con un centro de formación musulmana en al-Azhar, el que es considerado como la universidad más antigua del mundo. En un principio, los teólogos se veían dudosos respecto de Nasser, pero luego eligieron apoyarlo debido a que temían que Egipto se secularizara al igual que la Turquía de Atatürk. Ante esto, no todos los musulmanes se mostraron satisfechos. En un comienzo, la Hermandad Musulmana había colaborado con Nasser pero el año 1954 algunos miembros intentaron asesinarlo, fracasando en el intento. Muchos de los miembros de la Hermandad fueron puestos en prisión.
Luego de la muerte de Nasser en 1979, Sadat llegó al poder prometiendo libertad y mejoras para la Hermandad Musulmana. Las expectativas puestas en Sadat crecieron y resultaron en que algunos extremistas lo asesinaran en el año 1981 debido a que no era lo suficientemente islamista.
Su sucesor, Mubarak, siguiendo el ejemplo de Nasser, ha mantenido a muchos líderes islamistas en prisión. La Hermandad ha continuado activa pero no ha conseguido atraer un número considerable de seguidores. Sin embargo, el respeto hacia ellos ha aumentado, debido a que la ayuda que prestaron luego del terremoto de 1992 fuera la única útil. ¿Ha contribuido la opresión impuesta sobre la Hermandad Musulmana a las protestas a comienzos del año 2011? Apenas. Todo parece indicar que la Plaza de la Independencia se llenó de personas sin una conexión directa con ninguna organización en particular. La llamada Hermandad se ha mantenido en las sombras. ¿Es posible que se aprovechen de la oportunidad para tomarse el poder? ¿No fue así como sucedió en Irán en 1979?
Las revoluciones en Irán
La situación en Irán en 1979 se asemeja en algunos aspectos al Egipto del año 2011, pero existen también, grandes diferencias. Una de las semejanzas es que los factores económicos han sido decisivos; a pesar de ello, la religión es una de las razones que más se emplean para describir los acontecimientos en Irán. Muchos creen que el islamismo fue la fuerza motriz tras le revolución de 1979. El contexto y los efectos pueden explicar esto. El líder religioso de Irán ha tenido un rol crucial para el desarrollo de los acontecimientos. La razón: el hecho de que hayan tenido ganancias mucho mayores a las que han tenido sus colegas en Egipto debido a que el país es chiíta. Todos los musulmanes chiítas deben escoger un pastor a quien más tarde deben pagarle de forma privada de acuerdo a algunas reglas. Así, los servicios religiosos atraen muchos más y más grandes talentos que lo que comúnmente se logra en aquellos países que son sunitas. Aquellos ayatolás han adquirido de esta forma una función sobresaliente en los movimientos políticos de protesta.
Ya por el año 1891 los líderes religiosos resultaron ser los cabecillas de una protesta, la huelga del tabaco. El Sah había prometido que todas las ganancias de la industria tabaquera irían a dar a empresas extranjeras. Para no contribuir a esto, toda la gente dejó de fumar. De esta forma, el Sah tuvo que finiquitar su pacto e implementar un nuevo contrato. Las protestas contra los líderes continuaron, aprovechándose las manos extranjeras del caos para meterse en los asuntos políticos de la nación. Finalmente, los ingleses decidieron el año 1941, que Reza Sah, un ex líder cosaco, fuera declarado monarca. Cuando este durante la Segunda Guerra Mundial demostrara simpatía por Hitler, fue derrocado en 1941, siendo posteriormente reemplazado por su hijo más joven, Muhammed Reza Sah, quien hizo todo lo posible para satisfacer a sus empleadores occidentales.
Las diferencias sociales en Irán crecieron. La clase alta, dueña de las tierras más fértiles, se enriqueció; la clase media, aislada de toda posibilidad de influir, fue hundiéndose cada vez más en la pobreza. El creciente descontento condujo a protestas políticas, lo que llevó al Sah a crear un cuerpo de policía secreta, denominado SAVAK, cuya misión era descubrir a los enemigos. La crisis más profunda tuvo lugar en 1953, cuando el primer ministro liberal Mosaddeq nacionalizó la industria petrolera de Irán de manera que las ganancias permanecieran en el país con el fin de reconstruir escuelas y hospitales. La CIA consiguió armar una intriga contra Mosaddeq y sacarlo de su puesto. El Sah, que había huido del país, regresó, y con ello el dinero proveniente del petróleo siguió saliendo del país a través de la Compañía Petrolera Anglo-Iraní. El recuerdo del incidente sobrevivió generando una gran sensación de repudio contra el Sah y sus protectores, Los Estados Unidos de Norteamérica.
La resistencia contra el régimen luego de la crisis estaba dividida. El Sah por ese entonces apelaba abiertamente al nacionalismo, destacando de esta forma el orgullo por la historia antigua, por el Islam. Esto transformó a los musulmanes en sus enemigos. Aquellos influidos por ideas más occidentales repudiaban su mandato dictatorial, pero no veían en el Islam una mejor alternativa. El Sah podía hacer y deshacer. Durante los años 70, estudiantes y otros partidarios de la reforma, encontraron un nuevo ídolo: Ali Shariati, un profesor universitario de literatura, que además había estudiado teología, sociología y filosofía. Él creó una síntesis a partir de la teología islámica, el existencialismo y el marxismo, que para muchos jóvenes pasó a ser la respuesta a los problemas de Irán. Sus visiones incitaron a los jóvenes a protestar. Shariati fue primero puesto en prisión y luego enviado al exilio, muriendo finalmente en Londres, en 1977, con el estatus de mártir entre sus seguidores.
Por ese entonces las protestas en Irán ya habían visto luz y sus participantes llevaban consigo grandes pancartas con la foto de Shariati. Esto no implica que la revolución fuese llevada adelante por un espíritu de fanatismo religioso. Se trataba más que nada de una revolución económica, en la que las clases sociales más bajas se unieron para manifestarse en contra de la opresora clase alta. A estas alturas, era fácil para los ayatolás tomar partido. Así, consiguieron un rol sobresaliente en la lucha contra el Sah, tal como había sido durante la huelga de la industria tabaquera. Cuando este fue derrocado, la clase alta fue forzada a renunciar a sus vastas tierras y a huir a Occidente, en donde propagaron una imagen de la revolución como una obra de fanáticos religiosos. Los ayatolás se apoderaron de la tierra y proclamaron a Khomeini como nuevo líder. Este era conocido por su resistencia contra el Sah y muchos creyeron que él, al igual que Mosaddeq, instauraría un nacionalismo liberal. Fueron totalmente engañados. Una nueva clase alta compuesta por líderes religiosos impuso, nuevamente en nombre del Islam, una oppresión incluso más cruenta.
La amenaza del Islamismo
Irán se transformó en el horroroso ejemplo de una nación musulmana que intentara llevar a cabo una revolución, y que posteriormente pasó a ser dominada por líderes religiosos anti EEUU. El problema para los Estados Unidos no fue menor considerando que Algeria, a través de elecciones democráticas en 1991, casi consiguiera formar un gobierno islamista. Inmediatamente se detuvo el proceso democrático y un dictador fue puesto en el poder por iniciativa de los militares y de los poderes occidentales. Los palestinos escogieron a Hamas y con ello comenzaron a sufrir las sanciones del resto del mundo. En ambos casos puede verse cómo el accionar del pueblo es una forma de luchar contra la corrupción. No han votado a favor del Islam sino contra alternativas corruptas. Los Estados Unidos quedaron frente a un dilema. ¿Quizás los musulmanes quieren ser dirigidos por leyes Sharia/islámicas? Entonces, concluyeron, es mejor aliarse con un dictador, incluso si este se arma de extensas riquezas a costa del pueblo y mantiene la calma con violencia.
¿Qué se puede pensar de las protestas en el norte de África y el Medio Oriente? ¿Pueden dar cabida al mismo tipo de opresores religiosos al igual que en el caso de Irán? Mucho parece indicar lo contrario.
La Hermandad Musulmana y los grupos parecidos a este en otros países no son comandados por ayatolás. No existen entre los sunitas. Ahí los líderes religiosos no ganan tanto. Hay algunos líderes dentro de la sociedad que tienen preparación académica pero en general se trata de legos, vale decir, musulmanes sin preparación teológica. La Hermandad fue fundada por un profesor de primaria. Más tarde, empleados públicos provenientes de la clase media han llegado a los puestos de más poder. Si bien cuentan con el deseo de sumar nuevos miembros, parecen no tener las mismas posibilidades de adquirir el poder político. Sus líderes pueden bien ser carismáticos pero no parecen tener la posibilidad de atraer a las masas.
¿No son todos los musulmanes jariyistas partidarios de la violencia? Aunque muchos quieran desprenderse de sus prejuicios haciendo una distinción entre musulmanes e islamistas, esa es la imagen que se tiene en occidente. Aún así, definen a los islamistas como musulmanes que quieren ’llevar el Islam a la política’. ¿Qué implica esto? Todas las concepciones que se pueda tener sobre una sociedad con relaciones justas entre las personas conllevan un posicionamiento político. Los musulmanes no están exentos de estas ideas, lo cual les ha llevado a manifestarse en una serie de países. No usan violencia, al menos nada comparable con lo que sus enemigos estarían dispuestos a usar. La encuesta ‘World Value Survey’ (algo así como la encuesta del valor del mundo), un estudio sobre los valores en todos los países del globo, ha demostrado que la opinión a favor de la democracia es mucho mayor en los países musulmanes. En estos países no existe ningún apoyo a las generalizadas afirmaciones de que el Islam sea la causa de la violencia y la opresión, aunque siempre existe uno que otro seguidor que cree que la violencia es una forma más efectiva de llegar al éxito.
Enormes problemas se vislumbran en el futuro de Egipto pero nada indica que la Hermandad Musulmana represente la amenaza más grande. El país es pobre y la educación ha sido desatendida. Para que la democracia funcione se necesita una clase media además de la erradicación del analfabetismo. Para conseguir esto se va a necesitar tiempo. Durante este tiempo, la corrupción puede llegar a minar las posibilidades de un desarrollo económico. En el peor de los casos el caos puede ser tal que aparezca un nuevo líder autoritario. Es más probable en ese caso que sus orígenes estén dentro de las fuerzas armadas y no dentro de las mesquitas. Pakistán y Sudán son horribles ejemplos de ello. En estas naciones, periodos democráticos han sido interrumpidos por dictaduras militares luego de que estos países se independizaran de los poderes coloniales. Los soberanos han utilizado la religión para oprimir y quedarse a cargo del poder sin tener ningún interés religioso. Problemas de analfabetismo y la incapacidad de expresar el descontento dentro de la sociedad les han permitido hacer un mal uso del islam. Respecto de este punto, un cambio de rumbo parece haberse alcanzado.
Las manifestaciones comenzaron en Túnez, que bajo formas completamente antidemocráticas alcanzó un desarrollo económico bajo Bourgiba, debido a, entre otras cosas, mejoras en la educación. Se sabe que el alfabetismo contribuye a la participación. El analfabetismo parece ser el mejor amigo de las dictaduras. Portugal tenía un bajo número de alfabetismo en la época de Salazar pero luego se ha recuperado. Los jesuitas en El Salvador fueron asesinados en 1990 debido a que habían iniciado, por iniciativa de la iglesia, clases de lectura. En muchos lugares del mundo las Antiguas dictaduras han caído y los países se han desarrollado en una dirección democrática. La economía y la corrupción son problemas pero con una alta inversión en educación pueden, con el tiempo, llegar a resolverse. Estonia ha, dentro de estos últimos 20 años, conseguido progreso, lo que demuestra que es posible. Latinoamérica se ha veto más democrática durante los últimos ciencuenta años. ¿Ha ocurrido ello gracias a la iglesia católica? Un desarrollo similar es posible en el mundo árabe. Si llevamos a cabo una comparación con Irán, no ayuda hacer de la Hermandad Musulmana, el gran problema. Hacer esto implica el gran riesgo de que las verdaderas dificultades se dejen en el olvido.