martes, 17 de mayo de 2011

LA INDEPENDENCIA INCONCLUSA
Y LAS ELECCIONES PERUANAS


“El Perú de hoy carece de partidos políticos sólidos, con ideologías diferenciadas, instituciones políticas claves para la dinámica democrática en un país. En la escena política peruana se continúa insistiendo en el caudillaje, en el clientelismo y mercenarismo, en la huachafería circense, en la intolerancia y en la ausencia de debates ideológicos”.

Por: Marco Minguillo (escritor peruano radicado en Estocolmo)

Asistí dos noches seguidas a la universidad de Estocolmo, en donde mostraron el documental ”La independencia inconclusa”, del cineasta chileno Luis Vera. Excelente material visual, desde su contenido histórico y estético, que trata de compendiar doscientos años de avances y retrocesos en el proceso de construcción de estados libres y democráticos en la Patria Grande, América Latina. Y en la perseverancia por edificar sociedades alternativas a las impuestas por el imperio del norte y por la mentalidad colonial europea.

Ya en casa, tecleando este texto, pienso en las actuales elecciones presidenciales de mi patria y en el rol protagónico de ésta en el tablero político latinoamericano.Desde que tengo uso de razón he corroborado que el Perú, siempre careció de gobiernos verdaderamente democráticos, es decir, en donde las mayorías populares estuviesen incluidas y representadas. La historia presidencial peruana es una condensación de botas y corbatas que siempre beneficiaron a las élites vinculadas a los grupos de poder económico, político, social y cultural.

Democracia no es convocar a elecciones de vez en cuando, hacer promesas que nunca se cumplen y elegir o reelegir a los mismos personajes grises y corruptos de siempre. Para ello basta remitirse a los ”cinco grandes” esplendorosos candidatos a la presidencia de la República, en la primera vuelta de las últimas elecciones, quienes gozaron de gran cobertura publicitaria: Toledo, Kuczynski, Castañeda, Fujimori y Humala. Los cuatro primeros son lobos conocidos en el poder, tienen idéntica base ideológica y aspiran en común a una sociedad injusta, inhumana y antidemocrática, a nombre de la libertad y del neoliberalismo. El quinto, es un militar sin pasado político conocido, activo en la guerra contrainsurgente durante la dictadura sangrienta del fujimontesinismo y maneja un lenguaje populista que, poco a poco, lo ha ido amansando en relación con la coyuntura política.
Lo cierto es que los “cinco grandes”, durante su campaña electoral cotorrearon de todo, pero el gran ausente fue, una y otra vez, la agenda sobre Derechos Humanos. Tema vital, determinante, si realmente se desea construir una sociedad justa con respeto e inclusión.

Se ha dicho por allí que el cambio le corresponde ahora a los jóvenes, a las nuevas generaciones. No es tan cierto. El cambio es responsabilidad de todos y de todas las generaciones. El cinco de junio será la segunda vuelta electoral, en la que compiten Keiko Fujimori y Ollanta Humala. La hija del dictador y el militar gris de lenguaje populista. Keiko representa la era corrupta y asesina de su padre Alberto Fujimori y de su tío Vladimiro Montesinos, con quien hizo vida de hogar en el SIN. La hija del dictador busca liberar a su padre, consolidar la impunidad y retornar al periodo del oscurantismo.

La memoria histórica es fundamental para comprender hacia dónde caminamos. No debemos olvidar que Fujimori, entre otras barbaridades, realizó un autogolpe de Estado, arrojó al tacho la Constitución de 1979, anuló la estabilidad laboral de los trabajadores, esterilizó a miles de mujeres, aplicó una política sistemática de persecución, detención, tortura y asesinato de pobladores urbanos y rurales, creó y protegió al grupo Colina, tal como Alán García lo hizo con el grupo paramilitar Rodrigo Franco.

Me pregunto: ¿Cómo en un país que se ufana de ser democrático puede seguir rigiendo la constitución elaborada durante la dictadura fujimontesinista? Se busca defender la continuidad del modelo socio-económico, que ha privatizado las empresas públicas y ofertado al martillazo los recursos naturales patrios. ¿Acaso con este modelo se han beneficiado los nativos amazónicos, los mineros, los trabajadores del campo y la ciudad, los obreros, las amas de casa, los estudiantes e intelectuales?

El Perú de hoy carece de partidos políticos sólidos, con ideologías diferenciadas, instituciones políticas claves para la dinámica democrática en un país. En la escena política peruana se continúa insistiendo en el caudillaje, en el clientelismo y mercenarismo, en la huachafería circense, en la intolerancia y en la ausencia de debates ideológicos. Estos caudillos son impuestos por las élites de poder y “legitimados” por los “medios de in-comunicación” como la tv, la radio y la prensa escrita.
Tal es la crisis profunda de los partidos políticos que se tiene que recurrir a un militar con poses populistas, reactivando el caudillaje y montando en el caballo blanco del oportunismo. Allí vemos a dirigentes progresistas y de izquierda, tras el militar, tras el caudillo, que hasta el momento no ha exhibido méritos en el anhelo de una patria diferente.

Ante esta escena política se encuentran los ciudadanos peruanos. Ollanta es un desmedido enigma que, de salir elegido, enfrentará el reto de los nuevos tiempos. Por el contrario, Keiko, está demostrado hasta la saciedad, personifica el retorno de la muerte y el robo institucionalizado.

En tanto el documental del cineasta chileno “La independencia inconclusa”, vuelve, como oleada, a mi habitación, conduciendo mis pupilas a través de la ventana, donde la primavera sueca se ha instalado, y me hace reflexionar sobre la tarea pendiente del pueblo latinoamericano, sueño que, con sus diferencias, se viene concretando, poco a poco, en la construcción de la Patria Grande.

domingo, 15 de mayo de 2011

LA LIBERTAD DE ELECCIÓN
SOBRE EL ENTORNO


“Yo no quiero que nadie me manipule sin que yo tenga otra opción que la de aceptar el mal uso de mi entorno. Yo quiero que yo, junto a todos los ciudadanos tengamos la libertad de elegir cómo queremos que nuestros espacios públicos sean compartidos”.

Por: Sigrid Petersson

Estoy en el supermercado, en frente de la sección de pasta de dientes. Cada vez que me fijo en una marca –entre la cantidad de marcas que hay-, imágenes abruptas y violentas entran en mi cabeza. Veo a mujeres con niños riéndose y me oigo repetir unas palabras que pertenecen a esas imágenes: “no sólo soy dentista, sino también madre”. La situación me da miedo. ¿De dónde viene eso? ¿Cómo es que yo tengo grabadas en mi mente todas estas imágenes? ¿He sido yo quien ha elegido eso? La respuesta es rotunda: ¡no!

No importa dónde estoy (en la estación de metro, en la escalera mecánica, en la parada de buses), siempre me siguen los comerciales, y me da miedo el efecto que tienen. A la hora de comprar, mi subconsciente ya ha elegido qué es lo que yo quiero, sin que lo consciente tenga nada que decir. En realidad se trata de una manipulación detrás de la cual yo no sé quiénes están. A cualquier lugar que vaya, constantemente se me está llenando de mensajes, mensajes que son fáciles de captar; unas palabras sencillas que entran directamente en mi mente. Pero detrás de estas palabritas está una empresa con un solo objetivo, el de manipularme a comprar su producto. No he elegido tener parte en su proyecto, pero no tengo opción. Los intereses comerciales tienen derecho a entrar al espacio público, compartido por todos, mientras artistas de graffiti u organizaciones locales tienen prohibición de hacerlo.

Según una encuesta de la Federación Mundial de Anunciantes, los consumidores del mundo encuentran varias ventajas con los comerciales, como por ejemplo, que crean oportunidades de empleo y ayudan al crecimiento económico. Con respecto a lo primero, uno tiene que preguntarse ¿empleo para quién? El mundo de los comerciales funciona así que el que puede pagar, puede lanzar su producto en todas partes. Eso significa que una empresa pequeña, o una empresa que gasta más dinero en otras cosas (como la producción ecológica), no resiste la competencia. En consecuencia, la marca que compro, no es la que yo sé es la mejor sino la que más he visto antes. En cuanto a lo segundo, se puede reformular la pregunta anterior y decir crecimiento económico ¿a expensas de qué? Porque lo que ocurre en un ambiente donde se está expuesto contínuamente a mensajes distintos y muchas veces contradictorios, es que se produce un cansancio mental en la gente. Se trata de un proceso de entontecimiento en el cual las personas, en lugar de aprender cosas útiles se rellenan de tonterías. De esa manera, el crecimiento económico se da a expensas de la cultura general de la población.

Una amiga me contó una vez que había ido en un metro sin comerciales, y que esa experiencia le había generado unos sentimientos muy profundos. Me habló de libertad, de un momento de no pensar en nada. El tema del liberalismo económico es la “libertad de elección”, pero mientras yo como ciudadano puedo elegir qué tipo de pasta de dientes quiero comprar, no puedo, sin embargo, elegir mi entorno. La raíz del problema es la falta de restricciones por parte del gobierno. El casco antiguo de Estocolmo es un ejemplo donde sí se ha implementado una restricción, lo que avala la idea de que sí se puede proteger los espacios públicos.

Yo no quiero que nadie me manipule sin que yo tenga otra opción que la de aceptar el mal uso de mi entorno. Yo quiero que yo, junto a todos los ciudadanos tengamos la libertad de elegir cómo queremos que nuestros espacios públicos sean compartidos.