jueves, 13 de diciembre de 2012


ULTIMO DIA NADIE SE ENOJA  ........BUUUUUAAAAHHHH!

Por: Marcelo Muñoz
Foto: Chelo

Cuando llegaba el fin del año escolar en el Chile que yo crecí (en el siglo pasado) existía una “tradición” bastante rupturista y anárquica de parte de los estudiantes que celebraban el término de las clases y la llegada de las vacaciones.

En un país tan reprimido como era el Chile de aquel entonces, la válvula de escape estudiantil era “dejar la cagada” a fin de año. Al grito de “último día nadie se enoja”, había que soportar las expresiones más extremas de odio a la autoridad y a la educación. Los grupos de estudiantes se dedicaban a bombardear con huevos y harina a cualquiera, de preferencia estudiantes de otras escuelas y liceos, aunque uno tampoco estaba a salvo de la furia desatada por el solo hecho de llevar la misma insignia. Lo mínimo que podía pasar era que todos los cuadernos y libros de estudio fueran convertidos a manos de la turba estudiantil en los famosos “repollos”. La técnica era fácil: tomar el libro o cuaderno, abrirlo al medio y proceder a arrugar las páginas de dos en dos hasta lograr un hermoso repollo de papel. La frase se me quedó grabada como tantas otras que pertenecen al folklor urbano de mi infancia porteña, en estos días en que el mundo  parece ser  un cumplimiento al pie de la letra del famoso tango “Cambalache” y es, creo, muy interesante observar cómo estamos reaccionando a las predicciones de todo tipo y calibre del acabo del mundo.

Como sobreviviente del cambio de siglo, de varias predicciones provenientes de los testigos de Jehová, de algunas de sectas varias que incluso deciden suicidarse -cuando el mundo sigue existiendo  a pesar de sus malos augurios-, de amenazas concretas como varios terremotos, una dictadura, dos choques,  una infección terrible y  un par de depres, debo reconocer que soy muy escéptico acerca de las famosas profecías y sobre todo de la manera en que se interpretan.

Por mucho que me guste la onda de los Mayas, creo que se le da una interpretación que solamente es  nada más que un reflejo de estos tiempos apocalípticos condimentado con tecnología digital, egoísmo crónico y superficialidad galopante. Creo que la próxima vez que algún profeta del desastre aparezca en mi camino tendré que, al grito de “último día nadie se enoja”, hacerle un repollo de sus textos sagrados, bombardearlo con huevos y harina, y decirle que se dedique mejor a mejorar su vida en vez de andar metiéndonos a todos en el saco apocalíptico paranoico, y que por favor no sea ordinario, cómo nos vamos a morir todos juntos si no hemos ni siquiera aprendido a vivir todos juntos.

De pasadita les recomiendo los temas de los Jaivas “Último día y “Todos juntos”.

En Marcelo’s world el final del mundo es individual, igual que el principio, el acabo del mundo será para mí y cada uno de ustedes cuando nuestros ojos se cierren y pasemos a otro estado,  material para los ateos, espiritual para los creyentes y un poquito de los dos para los que siempre quieren asegurarse.

Les pido disculpas si me faltan acentos u/o algún otro problemilla ortográfico, seguro que esa materia quedó en algún repollo de papel.

90, 60, 90

Por: Amina Harnafi
Foto: Marco Orihuela

Era la cuarta y  última de la fila, delante mío había una señora con su hijo y a mi izquierda una gran estantería con montones de revistas. Eran revistas de todo tipo, pero las más visibles eran las que más color tenían y  en las que mis ojos se fijaban, eran las revistas de moda y de prensa rosa. En todas las portadas de esas revistas salían mujeres, mujeres guapas, delgadas, peinadas y maquilladas y seguramente "photoshopeadas" para parecer perfectas sin un solo defecto.

Cuando por fin llegó mi turno, pagué y recogí mis cosas y salí pensando en las revistas y en las personas, la mayoría famosas, que salían en esas revistas. Aun siendo diferentes personas, eran muy parecidas físicamente. ¿Por qué siempre sale el mismo "tipo" de mujeres? ¿Por qué no salen otras? ¿Por qué se supone que debemos parecernos a ellas? ¿Quién lo ha decidido?

Un canon de belleza ha existido, según estudios científicos y arqueológicos, desde la prehistoria, y sigue hasta hoy en día. Cierto es que cada época ha marcado distintos ideales. Y hoy día, nos encontramos con la mujer delgada y el hombre fibroso, o por lo menos eso es lo que nos muestran en la mayoría de los medios de comunicación.

¿Hasta cuándo seguiremos siendo tan estereotipados? Esto no puede seguir así, no podemos dejar que los jóvenes se contagien de esta epidemia. Niñas y niños que aspiran a parecerse a un ideal que en muchas ocasiones no es ni saludable, llegando a padecer trastornos alimenticios, a tener miedo a mirarse al espejo, y a no aceptarse como quien realmente son.

Todos somos hermosos a nuestra manera, cada belleza es particular y única y, lo más importante, tenemos que fijarnos en nuestro interior, que supera la belleza exterior: esto es lo que nos fortalecerá.

”Hay mujeres que carecen de edad, cuyo cuerpo no sigue el ritmo de la generalidad, y cuando tienen cuarenta parecen haber vivido treinta y tener la sagacidad de los cincuenta. Son las que embellecen con los años. Isabel era joven, no importa la edad que tuviera" - René Ferrer, "La colección de los relojes"

Hay cosas que simplemente no cuadran


Por: El chascón

Salgo en dirección a la ciudad y me enfrento al consumo enfermizo, ya cansado de la misma historia cada año, me pongo a reflexionar nuevamente sobre el fenómeno. Y cada navidad es diferente, ¿batiremos el récord en el ámbito del consumo este año al igual que la teletón? No hay lugar ni oficio en esta tierra que no se mida con la barra del dinero, y aún así creemos estar tan en paz, amor y armonía durante esta época del año, así como si nada. Para eso estamos bien criados como ciudadanos, sabemos exactamente cómo hacer para consumir en estas fiestas y dejar contenta a la familia y al mercado. Y a la vez nos consume el miedo de perder nuestros trabajos, como si viviéramos en dos mundos diferentes. El consumidor pareciera ser una identidad muy diferente a la del trabajador. ¿Serán dos dimensiones del ser humanos que no se conocen entre sí?

Durante este tiempo del año se respira prosperidad, la nieve cae y las guirnaldas alumbran nuestro porvenir. ¡Aparentemente la vida no puede ser más fácil! Pero hay cosas que simplemente no cuadran, aunque trates de entenderlas, no cuadran. Hay mucha gente sin trabajo (7,4% en Suecia año 2012) o con una situación laboral insegura y que no figuran en la cifras oficiales. En estas navidades tratamos de evitar estas situaciones que son incómodas, nos cegamos y miramos a un costado, y al final nos alcanzan a todos por no confrontarlas y cuestionarlas a tiempo. Si no nos damos cuenta de cómo se van dando esas situaciones incómodas, nos alcanzan. Tarde o temprano hay que enfrentarlas, entenderlas y actuar. El miedo a perder nuestros trabajos es lo que mueve las ruedas para que el mercado de trabajo siga quebrando las leyes laborales. Las ocho horas de trabajo ya son parte de un pasado muy lejano, al igual que el seguro ocupacional y las vacaciones pagadas, entre otros derechos. Son derechos que ya no existen. Esos derechos nacieron gracias a otro tipo de miedo: el miedo a las huelgas, y a revoluciones sociales tangibles en cada esquina de la ciudad. Fueron producto de años de lucha sindical que ya no existe, al menos aquí en Suecia. El miedo nos tiene consumidos e inmóviles ante el creciente poder económico global que cada día se aleja de las realidades del ser humano. De manera que se vive en dos mundos muy diferentes, y somos a estas alturas unos expertos en vivir nuestras vidas envueltos en esta esquizofrenia social.

El miedo es el padre de muchos hijos, entre tantos, el odio. El miedo al extranjero es bien común en estas latitudes. Somos de países que han sido colonizados muchas veces y de muchas maneras durante la historia, tierras donde el colonizador ha puesto sus pies porque, por una idea de superioridad, creyó estar en su derecho de hacerse dueño de los demás. Pero cuando el viaje es hacia la otra dirección, no son soldados los que van a colonizar. Es gente que busca trabajo, un mejor estándar de vida para su familia, y que son obligados por el sistema a vender su fuerza laboral por una miseria. Vienen de África, Latinoamérica y Asia. Y cuando la economía crece aquí en Europa y en Estados Unidos, crece el empleo y el bienestar. Todo bien, siempre y cuando se cobre poco por el trabajo y por esas ocho horas (que a veces se hacen mucho más que ocho) Pero cuando la economía va mal, sabemos muy bien hacia dónde se dirige el dedo acusador. Los culpables son los mismos trabajadores procedentes de afuera que por arte de “magia” se transforman en intrusos no deseados.... Hay cosas que simplemente no cuadran en estas navidades, que no me dejan disfrutar de estas fiestas como se debe. Mi preocupación va más allá de las puertas de la casa y de los límites nacionales. Mi preocupación va por la humanidad, por el bienestar de todos. Alejandro Jodorowsky lo resume en una frase: “¡No quiero nada para mí que no sea para los demás!”... ¡Feliz Navidad!